lunes, 11 de enero de 2010

¿No estamos todas sumidas en la misma indecisión?

“Once Minutos“ de Paulo Coelho es la historia de una prostituta que escribe un diario, precisamente en una de sus páginas, escribe “estoy dividida en dos, entre la prostituta y la madre“… ¿No estamos todas (al menos en cierta forma) sumidas en la misma indecisión? No planteo una indecisión entre ser prostituta y ser madre, pero sí quizás entre ser la mujer libre, la mujer trabajadora y la madre y esposa. Más de uno opinará que no es necesaria una división entre cosas que hoy en día son compatibles, pero no perfectamente compatibles.

Cuando era niña jugaba a la cocinita, hasta que descubrí lo aburrido que era, nunca jugué a ser la mamá y me dedicaba más bien a hacer tramas complicadas con mis muñecas, era la mujer independiente y exitosa, un juego que cuando crecí lo tomé más en serio, siempre fui la mejor alumna, claro! Hasta que descubrí la vida social, lo que bajó mi rendimiento, pero aún así continué manteniendo firmes pospensamientos y deseos de ser reconocida y exitosa, antes que tener un esposo e hijos.

Era el prototipo perfecto de mujer independiente (parecida a la de Julia Roberts en “La Boda de mi Mejor Amigo“), ansiosa de ganar dinero por mi cuenta y mudarme sola y hacer mi vida, después me asentaría con alguien a quien no le importara que no supiera cocinar y tendría como 2 hijos, sin la infaltable niñera.

Pero todo cambia… al acercarse el primer aniversario y los 6 meses con mi novio, decidí cocinar, antes lo había hecho, pero claro eran rabioles de bolsa y una simple salsa, ahora quería hacer algo distinto y como respuesta a mi inquietud de ¿qué hacer? Cambié a uno de esos canales que mi mamá no para de ver (“Casa Club Tv“ o “Utilísima“) y que yo no aguantaba… Ensalada de papas francesa y un postre del cual no recuerdo el nombre, así que bauticé como “Melitas“… parecía no ser complicado y me di manos a la obra.

No eran muchos ingredientes, pero cuando no sabes comprar, pues tienes el sentimiento de que los demás lo saben y que secretamente se burlan de ti, en conclusión: comprar no fue el mejor proceso. Pero llegué a casa a cocinar (ohhhhh!!) comencé y seguí… y lo mejor este proceso si lo disfruté, fue divertido, emocionante porque nunca antes cociné algo que no se sacara de una bolsa y se lo pusiera a hervir, pero esta vez sí, claro pegada a mi receta… ¡en fin! Listo para servir… ¡oh! Pero nunca lo probé… oh-oh… bueno que sea lo que Dios quiera.

Y Dios quiso… que saliera delicioso! WOAW no sólo cociné, sino que me salió exquisito y para terminar me gustó… entonces decidí probar suerte, me puse a ver esos canales detestables y de pronto ya no parecían tan detestables, agarré un cuaderno y anoté receta tras receta, lo que significa que cociné y cociné… no, nada quemado, todo me salía delicioso (no es falta de modestia es la opinión de aquellos para quienes cociné), inclusive hice una cena elegante y un almuerzo importante, salieron bien. De pronto ya me encontraba sumergida en el proceso culinario, que para mi sorpresa encontraba ya no agradable, sino fascinante, como todo se conjunciona para causar el placer del gusto, cada persona se ha involucrado en un proceso similar… la búsqueda del placer.

Pero esos canales maravillosos tenían más que recetas, decoración, detalles, concejos sobre familia, hijos, etc. … hijos, así como mi pasión por la comida despertó de la nada, mi deseo por una familia propia y la crianza nació repentinamente, siempre me gustaron los niños, pero claro ninguno propio. Pero de pronto, la idea de despertar un día en la mañana y cocinar para quienes amas, organizar tu casa para que tu y los que amas se sientan bien, adquirir responsabilidades duras, pero satisfactorias al menos en parte, ver a tu bebé y oír su primera palabra, despertar al lado del hombre que elegiste y te eligió para pasar una vida entera… esos domingos en los que los niños vendrán corriendo a la cama de los papás y jugaremos… dormirlos en las noches… escuchar sus risas… verlos crecer… ¿Qué me ha pasado?

¡Oh por Dios! De pronto el matrimonio no parece tan malo, John y Kate + 8 (antes de su separación) forman una vida no tan mala, el número de niños que quiero ha aumentado, de pronto Martha Stewart parece tener la mejor profesión del mundo y… me encuentro perdida, q pasó con el éxito??? Dónde quedó el reconocimiento público??... Estoy dividida, una madre – esposa y una mujer exitosa – reconocida.

Lo sé el equilibrio es la base de todo, pero si quiero criar a mis hijos, cocinar, ayudarlos, estar con su padre y bueno aunque pese admitirlo dedicarme a ellos y a mí… ¿dónde queda mi trabajo? Entro a las 9 am y en horario normal salgo a las 19.00, pero el mundo de la publicidad es ingrato, a veces si se presentan cosas, pues te quedas, no, no importa si lo tuyo está hecho, TIENES que quedarte, además estoy en la parte creativa… y esta no tiene horarios, si quiero ser reconocida debo dedicarme, con todo lo extra que involucre, en que momento ayudaré a mis niños, en que momento cocinaré y en que momento arreglaré mi hogar como me gusta ¿le dirán mamá a la niñera? Mi experiencia con las niñeras siempre fue mala, no quiero eso para mis niños…

Un momento, pisemos tierra, tengo 23 ya he hablado de matrimonio, aun no tengo hijos, trabajo cada día… pero mi deseo de ser madre y esposa no desaparece… pero tampoco el de ser exitosa… si me encuentro dividida de todas formas, así pasen miles de cosas hasta que algo esté definido, ¿cuánto pueden cambiar las cosas? ¿Mi esposo ganará lo suficiente y me mantendrá mientras yo me quedo en casa? ¿Eso opacará mi deseo de independencia y de utilidad social? ¿Seré tan exitosa que se opacarán mis deseos de una familia? ¿de verdad canjearé trabajo por personitas?...

¿No estamos todas (al menos en cierta forma) sumidas en la misma indecisión?


No hay comentarios:

Publicar un comentario